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Rodrigo Paz gana la presidencia de Bolivia y marca un nuevo rumbo político




El senador Rodrigo Paz, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), fue elegido este domingo presidente de Bolivia en un balotaje que puso fin a 20 años de gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS). Rodrigo Paz obtuvo un 54,6 por ciento de los votos contra 44,5 por ciento de su rival, el exmandatario Jorge “Tuto” Quiroga.

Aunque Quiroga, de la Alianza Libre, figuraba como favorito en las encuestas, Paz logró torcer a los votantes indecisos -y a los que anticipaban que votarían en blanco o anularían- y obtuvo una diferencia del 9,2% en la segunda vuelta.

Una parte clave de su triunfo provino del electorado progresista “huérfano”, tradicionalmente cercano al MAS de Evo Morales, que no contó con un candidato propio en estas elecciones. Según los sondeos, cerca del 20% del padrón se encontraba en esta situación de indecisión hasta los últimos días de campaña.

El 17 de agosto, en la primera vuelta, Paz ya había sorprendido al imponerse con el 32% de los votos, a pesar de que las encuestas lo ubicaban en tercer lugar. Ese resultado dio paso al primer balotaje en la historia de Bolivia.

Sobre el nuevo presidente

Economista e internacionalista de 57 años, Paz cuenta con una maestría en Gestión Política por la American University de Washington DC. Actualmente senador por Tarija, fue previamente diputado nacional (2002-2010), concejal (2010-2015) y alcalde del municipio tarijeño (2015-2020). Nacido en Santiago de Compostela, España, es hijo del expresidente Jaime Paz Zamora (1989-1993). 

Su programa de gobierno propone la reconfiguración del sistema impositivo, la creación de un Fondo de Estabilización Cambiaria, la liberalización del comercio exterior y la modernización de la normativa laboral, junto con medidas orientadas a fomentar la investigación, el desarrollo y la innovación productiva

Paz llega al poder con un discurso de cambio moderado, que le permitió articular apoyos transversales durante la campaña. Sin embargo, ese respaldo podría mostrar fisuras a medida que avance su gestión. Su plataforma de gobierno se distancia de las políticas del MAS, con propuestas de reforma que podrían afectar a sectores que lo votaron como una opción de “mal menor”.

Además, el nuevo mandatario enfrentará el desafío de gobernar sin mayoría en la Asamblea Legislativa, lo que lo obligará a negociar con fuerzas más conservadoras para avanzar en su agenda.

Bolivia inicia así una nueva etapa política, marcada por la expectativa de estabilidad, pero también por las tensiones que podrían surgir en el intento de equilibrar una coalición diversa y un escenario parlamentario fragmentado.

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